Ciudad de México.- En el libro “Vampire Academy”, de Richelle Mead, con traducción de José Miguel Pallarés y María Jesús Sánchez, el furor por los vampiros adolescentes de la literatura juvenil, desatado en 2005 por el primer tomo de la saga “Crepúsculo”, de Stephenie Meyer, sigue vigente.
De acuerdo con los especialistas, prueba de ello es la cantidad de novelas con protagonistas vampiros que inundan el mercado. Los jóvenes devoran en grandes dosis ficciones donde ese ser creado por Polidori y hecho célebre por Stoker adopta diversas formas, amenazantes o protectoras.
Entre esas obras está “Vampire Academy”, de Richelle Mead, quien presenta tres clases de vampiros: Los moroi, vampiros buenos y mortales; los dhampir, mestizos de morois y humanos, guardianes de aquellos, y se reproducen sólo con los moroi; y los strigoi, malvados e inmortales, de la estirpe de Drácula.
Si bien los moroi se alimentan de sangre, no suelen matar a sus víctimas; si lo hacen, se transforman en strigoi. La Academia St. Vladimir aloja a los moroi y a los damphir, unos protegidos y otros protectores contra los strigoi, que fuera del recinto constituyen amenazas inminentes, señala el autor en esta obra.
Al iniciar la novela, que atrapa desde la primera página, aparece Lissa(una moroi) y a su guardiana Rose (una dhampir), quienes han huido de la academia por un motivo que se nos oculta. Dos años tienen las jóvenes como prófugas cuando al fin Dimitri (otro dhampir) las atrapa y devuelve a su escuela.
El libro empieza con una gran carga de tensión al presentar la captura de las dos chicas. Sin embargo, ese ritmo narrativo disminuye apenas Lissa y Rose vuelven a St. Vladimir. A partir de entonces y hasta poco antes del final, el sosiego se apodera de la obra. No es que desaparezcan las contrariedades para Lissa y Rose.
Más bien, deben enfrentar las murmuraciones de sus compañeros respecto de su ausencia, así como la enemistad de ciertos moroi de alcurnia. Además, la simpática y desinhibida Rose se siente atraída por Dimitri, quien pasa de ser su captor a su instructor y con quien le está prohibido tener una relación sentimental.
Eso, porque ambos serán guardianes de Lissa y no les está permitido distraerse de su labor con el amor. Sin embargo, estas contrariedades no constituyen verdaderas amenazas para las jóvenes. Por ejemplo, la antagonista principal, Mía, no tiene la fuerza suficiente como personaje para meter a Lissa y Rose en problemas serios.
A lo máximo que llega es a desatar rumores según los cuales Rose se acuesta con cualquiera. En cuanto al romance fallido de Rose y Dimitri, los acercamientos entre ambos son pocos y sin riesgo de culminar en un encuentro más profundo, excepto en el tramo final.
El éxito de “Vampire Academy” se debe sobre todo a la identificación de los jóvenes lectores con los protagonistas.
En especial, con Rose, una chica que vive su sexualidad sin complejos de culpa y cuyo más admirable rasgo es la amistad a prueba de todo que brinda a Lissa. Aunque la historia hable de vampiros, el ambiente de la academia no es muy distinto al que podría darse en cualquier escuela preparatoria.
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